domingo, 30 de septiembre de 2012

El universo olvidadizo de Mip

No…no olvidadizo porque yo haya olvidado este sitio…cada día me suceden cosas que me gustaría contar, pero otra vez está el dilema de que quede sin internet –grrr-  y mi hermano aún sigue de vicioso y acaparador. Cuando tengo tiempo de entrar a escribir algo…simplemente las ideas ya no están. Un papel en blanco suele ser el comienzo de grandes creaciones, pero también un dolor de cabeza para el creativo.
 
Y sobre los recuerdos (viejas memorias) y el olvido fue el tema de una de mis últimas clases de inglés.  Vaya que fue difícil, la profesora (muy sonriente ella) nos pidió contar una anécdota sobre alguna vez que nos hubiéramos perdido cuando éramos niños. Yo jamás me perdí, o al menos no me acuerdo de ello. Ah!...gran problema, así que decidí juntar mis pocos recuerdos sueltos y unirlos en una historia creíble y razonable. Al final de la clase, esos recuerdos manipulados aparecieron en mi mente como imágenes vívidas. ¿Raro no? Es como si en verdad hubiera pasado, pero yo sé muy bien que no paso. Una mentira que se quiere convertir en verdad a la fuerza.
 
Jamás he sido buena para recordar nombres y rostros, y mi método de aprendizaje más efectivo siempre ha sido la repetición. Si, es un método aburrido…pero yo lo hago al ritmo de alguna canción y casi siempre me funcionó en los exámenes, sobre todo de historia. Siempre me pregunte: ¿Cómo es posible que me acuerde de tantos personajes de anime y no pueda acordarme de las fórmulas de álgebra o química?. Yo sé que más de uno se ha hecho esa pregunta. Y es que el interés de una persona por algo hace que el aprendizaje sea más rápido. Inclusive en las series hacen parodias sobre ellos, pero es cierto.

Nunca he sido buena para desempeñar el papel de profesora, una de mis cualidades es la infinita paciencia, pero para enseñar… JA!...vaya que se termina muy rápido. Uno de mis profesores de secundaria dijo una vez a la clase: “¡Ustedes son cazadoras de notas! Solo estudian cuando va a ver examen pero no lo hacen para el futuro”. Y yo pensé “Wow, debo hallar la forma que todo lo que aprenda se almacene en mi memoria para siempre”. Al día siguiente no comencé con el plan ni cogí un libro para estudiarlo ¿Qué esperaban? ¡Era adolescente! A mi casa había llegado el cable y con ello un canal de anime las 24 horas del día.
 
Pero el curso de ese profesor era conocido por ser difícil y él más conocido aún por jalar a cientos de alumnas, lo que me obligó a repasar. La metodología de ese profesor era la antigua, esa de “yo dicto, tu escribes”. Aburridísima para la mayoría, lo que puso más alto el reto de aprender. Es simple, si algo te gusta, lo asimilas rápido; de lo contrario no lo harás, por más que “quemes las pestañas” toda la noche. Así que lo primero que hice fue entender muy bien lo que estaba escrito en mi cuaderno, totalmente lógico, pero muchos (los he visto) se lanzan a memorizar datos una hora antes del examen ¡sin siquiera entender de qué trata!...Ayudarme con gráficos  o ejemplos de vida cotidiana para entender mejor fue de mucha ayuda. Ahora, lo más difícil es encontrar la motivación para hacerlo, pero la verdad resulta sencillo. Toma lo que más te gusta y utilízalo para estudiar.

Por ejemplo, para aprender biografías o argumentos en la clase de literatura o eventos en la historia, imaginaba a los protagonistas como mis personajes favoritos de anime. ¿Curioso, caso ridículo? Sí, pero me funcionó y obtuve siempre buenas notas. Para recordar datos enlistados, lo mejor para mí era repetirlos al ritmo de una canción. ¿Y las matemáticas? ¿Esas fórmulas malditas de números, letras y símbolos? Eso fue algo curioso, no lo sé, siempre las estudie viendo la televisión; y cuando quería acordarme primero buscaba en mis recuerdos el capitulo que había visto mientras estudiaba ello… y de pronto aparecía la formula en mi mente, como fotografía reciente puesta frente a mis ojos. Claro que la práctica ayuda mucho a aprender, creo que le debo a ello también ese hecho. En los cursos de números es mejor aprender practicando que solo memorizando, y sobre todo es muy importante tener confianza al momento de resolver los problemas.

Todos tenemos miedo de salir a la pizarra a resolver alguna ecuación y recibir la burla de nuestros compañeros al fallar nuestro cometido. Y dudamos mucho de nuestras respuestas y capacidad. Yo tuve ese problema en secundaria y para ello mi madre y las de un grupo de mi salón contrataron un profesor particular. Yo le tenía terror a mi profesor de matemáticas y sentía que le iba a tener miedo a este también, pero vaya que las cosas salieron diferentes. En la primer clase, este nuevo profesor nos hizo salir resolver una serie de problemas y luego salir al frente a resolver lo mismo. El se aseguró de que todas pasaran a la pizarra y si te atascabas, él te guiaba. No sé si han tenido ese momento de cuando llaman tu nombre para salir al frente de todos y es como si una corriente de aire chocara contra tu rostro. Bueno ese estado se me fue haciendo común, y a veces creo que eso era lo me impedía hacer las cosas bien. El miedo. Como con el profesor particular lo resolvíamos todo en la pizarra, las clases regulares ya no fueron un calvario, ya no temía escuchar el llamado del profesor, y ello me ayudó a entender mejor todo. ¡Las matemáticas son tan fáciles y divertidas! En ese momento lo acababa de descubrir.

Lástima que no todos los profesores se dediquen primero en dar confianza y seguridad al estudiante, y solo le limiten en dar a conocer lo que saben sin haber derrumbado primero el gran muro que impide que un alumno aprenda correctamente. En este momento de vida eh encontrado que mi hobbie favorito es aprender, si, definitivamente me gusta aprender y me deprimo cuando no descubro algo nuevo. Cada vez que comienzo un curso nuevo, debo admitir, tengo miedo ¿tendré la capacidad suficiente? Es una pregunta que siempre me hago. Pero a la vez siento una emoción interior al saber que aprenderé algo más. En mis clases de inglés me está sucediendo algo parecido a cuando estaba en la escuela. La verdad yo jamás he sido una persona que hable o pregunte mucho, sobre todo en clase. Mi fuerte siempre ha sido escuchar y observar. El miedo jamás se irá pero se puede vencer de a pocos. Y mi nueva profesora es como ese profesor particular. Con ella comprendí que es mejor equivocarse en un salón de clase, donde alguien con experiencia te puede corregir, que el futuro, en la vida. Ahora participo en clase como nunca lo he hecho en mi vida. Me equivoco y no me importa, porque sé que gracias a la corrección que haga no me volveré a equivocar.

Aún sigo luchando por lograr ese desenvolvimiento es otros ámbitos de mi vida, a veces pienso que si todo fueran como esos profesores sería genial. Pero no se puede tener todo fácil en esta vida. Por cierto, volviendo al reto que me propuse en secundaria, digamos que lo cumplí a medias. Es increíble cómo funciona el olvido cuando no ponemos en práctica el conocimiento nuevo. A veces ese conocimiento está guardado como si fuera un archivo comprimido y solo necesita de un estímulo para desencadenar una serie de recuerdos. Eso me ha pasado ahora mismo. Hace media hora, no tenía nada que contar frente a una hoja en blanco, y en este momento me pregunto ¿Porqué me acorde de ese profesor particular? Voy tres hojas de Word y mis memorias de la escuela siguen viniendo a mi mente de forma desordenada.

Hace poco, en el trabajo,  surgió el tema de la vacunación por la enfermedad del polio. Y una de mis compañeras dijo: ¿qué es eso? Y yo dije “es una enfermedad…en donde tus extremidades se deforman” –no me acordé de nada más exacto pero tuve una idea general. Ella me respondió: ¿Ah, sí? ¿Cómo sabes eso? En mi interior dije “Wtf! ¿Estás loca mujer?” y le respondí: “Eso se aprende en la escuela primaria” (2º grado con la profesora María del Carmen y 3º grado con el profesor Raúl, recordé). “¿En qué curso?- me siguió preguntando –En ciencias naturales- contesté. Estoy segura que los colegios nacionales tuvieron la misma currícula en ese entonces, y aunque ella negó que le hayan enseñado sobre este y otros temas relacionados, es 100% seguro que sí le enseñaron, solo que no lo recuerda en absoluto por que no le interesó. Y entonces me di cuenta que aquella frase que nos dijo el profesor no se refería a que cojas una enciclopedia y trates de memorizar  todo  una y otra vez todas las semanas para convertirte en un súper genio. Si no a que encuentres el interés  y despiertes en ti las ganas de aprender, porque así los conocimientos que recibas se guardarán en tu memoria de uno u otro modo. Lo que él nos quiso decir en ese entonces lo había malinterpretado y yo me había metido en un reto muy grande. Pero es imposible recordar tantas cosas al mismo tiempo. Con sus palabras, ese profesor quiso que nosotros abriéramos nuestras mentes al aprendizaje. Al maravilloso sentimiento de emocionarse cada vez que descubres algo nuevo para ti, y así jamás perder el interés de seguir aprendiendo.

Muchas personas terminan la secundaria o la universidad y luego se ponen a trabajar por el resto de su vida sin hacer más. La magnitud de sus palabras trascendían la escuela, él se refería a la vida. No hay nada más aburrido que una vida monótona, pero cuando te empeñas en seguir aprendiendo, la vida en sí misma se hace más llevadera. Quiero conocer acerca de todo, aunque no pueda recordarlo exactamente más adelante. Descubrir algo nuevo cada día se ha vuelto mi nuevo objetivo. Déjeme decirle profesor que sus palabras han logrado su objetivo. He decidido no vivir aletargadamente en este mundo hasta el fin  de mis días, sino, explorarlo en cuanto mis capacidades me permitan hasta mi último día en este mundo.

¡Reto aceptado!...Así termina este post cuasi-filosófico. See you next!