Y
sobre los recuerdos (viejas memorias) y el olvido fue el tema de una de mis
últimas clases de inglés. Vaya que fue
difícil, la profesora (muy sonriente ella) nos pidió contar una anécdota sobre
alguna vez que nos hubiéramos perdido cuando éramos niños. Yo jamás me perdí, o
al menos no me acuerdo de ello. Ah!...gran problema, así que decidí juntar mis
pocos recuerdos sueltos y unirlos en una historia creíble y razonable. Al final
de la clase, esos recuerdos manipulados aparecieron en mi mente como imágenes
vívidas. ¿Raro no? Es como si en verdad hubiera pasado, pero yo sé muy bien que
no paso. Una mentira que se quiere convertir en verdad a la fuerza.
Jamás
he sido buena para recordar nombres y rostros, y mi método de aprendizaje más
efectivo siempre ha sido la repetición. Si, es un método aburrido…pero yo lo
hago al ritmo de alguna canción y casi siempre me funcionó en los exámenes,
sobre todo de historia. Siempre me pregunte: ¿Cómo es posible que me acuerde de
tantos personajes de anime y no pueda acordarme de las fórmulas de álgebra o
química?. Yo sé que más de uno se ha hecho esa pregunta. Y es que el interés de
una persona por algo hace que el aprendizaje sea más rápido. Inclusive en las
series hacen parodias sobre ellos, pero es cierto.
Nunca
he sido buena para desempeñar el papel de profesora, una de mis cualidades es
la infinita paciencia, pero para enseñar… JA!...vaya que se termina muy rápido.
Uno de mis profesores de secundaria dijo una vez a la clase: “¡Ustedes son
cazadoras de notas! Solo estudian cuando va a ver examen pero no lo hacen para
el futuro”. Y yo pensé “Wow, debo hallar la forma que todo lo que aprenda se
almacene en mi memoria para siempre”. Al día siguiente no comencé con el plan
ni cogí un libro para estudiarlo ¿Qué esperaban? ¡Era adolescente! A mi casa
había llegado el cable y con ello un canal de anime las 24 horas del día.
Pero el curso de ese profesor era conocido por ser difícil y él más conocido aún por jalar a cientos de alumnas, lo que me obligó a repasar. La metodología de ese profesor era la antigua, esa de “yo dicto, tu escribes”. Aburridísima para la mayoría, lo que puso más alto el reto de aprender. Es simple, si algo te gusta, lo asimilas rápido; de lo contrario no lo harás, por más que “quemes las pestañas” toda la noche. Así que lo primero que hice fue entender muy bien lo que estaba escrito en mi cuaderno, totalmente lógico, pero muchos (los he visto) se lanzan a memorizar datos una hora antes del examen ¡sin siquiera entender de qué trata!...Ayudarme con gráficos o ejemplos de vida cotidiana para entender mejor fue de mucha ayuda. Ahora, lo más difícil es encontrar la motivación para hacerlo, pero la verdad resulta sencillo. Toma lo que más te gusta y utilízalo para estudiar.
Por
ejemplo, para aprender biografías o argumentos en la clase de literatura o
eventos en la historia, imaginaba a los protagonistas como mis personajes
favoritos de anime. ¿Curioso, caso ridículo? Sí, pero me funcionó y obtuve
siempre buenas notas. Para recordar datos enlistados, lo mejor para mí era
repetirlos al ritmo de una canción. ¿Y las matemáticas? ¿Esas fórmulas malditas
de números, letras y símbolos? Eso fue algo curioso, no lo sé, siempre las
estudie viendo la televisión; y cuando quería acordarme primero buscaba en mis
recuerdos el capitulo que había visto mientras estudiaba ello… y de pronto
aparecía la formula en mi mente, como fotografía reciente puesta frente a mis
ojos. Claro que la práctica ayuda mucho a aprender, creo que le debo a ello
también ese hecho. En los cursos de números es mejor aprender practicando que
solo memorizando, y sobre todo es muy importante tener confianza al momento de
resolver los problemas.
Todos
tenemos miedo de salir a la pizarra a resolver alguna ecuación y recibir la
burla de nuestros compañeros al fallar nuestro cometido. Y dudamos mucho de
nuestras respuestas y capacidad. Yo tuve ese problema en secundaria y para ello
mi madre y las de un grupo de mi salón contrataron un profesor particular. Yo
le tenía terror a mi profesor de matemáticas y sentía que le iba a tener miedo
a este también, pero vaya que las cosas salieron diferentes. En la primer
clase, este nuevo profesor nos hizo salir resolver una serie de problemas y
luego salir al frente a resolver lo mismo. El se aseguró de que todas pasaran a
la pizarra y si te atascabas, él te guiaba. No sé si han tenido ese momento de
cuando llaman tu nombre para salir al frente de todos y es como si una
corriente de aire chocara contra tu rostro. Bueno ese estado se me fue haciendo
común, y a veces creo que eso era lo me impedía hacer las cosas bien. El miedo.
Como con el profesor particular lo resolvíamos todo en la pizarra, las clases
regulares ya no fueron un calvario, ya no temía escuchar el llamado del
profesor, y ello me ayudó a entender mejor todo. ¡Las matemáticas son tan
fáciles y divertidas! En ese momento lo acababa de descubrir.
Lástima
que no todos los profesores se dediquen primero en dar confianza y seguridad al
estudiante, y solo le limiten en dar a conocer lo que saben sin haber
derrumbado primero el gran muro que impide que un alumno aprenda correctamente.
En este momento de vida eh encontrado que mi hobbie favorito es aprender, si,
definitivamente me gusta aprender y me deprimo cuando no descubro algo nuevo.
Cada vez que comienzo un curso nuevo, debo admitir, tengo miedo ¿tendré la
capacidad suficiente? Es una pregunta que siempre me hago. Pero a la vez siento
una emoción interior al saber que aprenderé algo más. En mis clases de inglés
me está sucediendo algo parecido a cuando estaba en la escuela. La verdad yo
jamás he sido una persona que hable o pregunte mucho, sobre todo en clase. Mi
fuerte siempre ha sido escuchar y observar. El miedo jamás se irá pero se puede
vencer de a pocos. Y mi nueva profesora es como ese profesor particular. Con
ella comprendí que es mejor equivocarse en un salón de clase, donde alguien con
experiencia te puede corregir, que el futuro, en la vida. Ahora participo en
clase como nunca lo he hecho en mi vida. Me equivoco y no me importa, porque sé
que gracias a la corrección que haga no me volveré a equivocar.
Aún
sigo luchando por lograr ese desenvolvimiento es otros ámbitos de mi vida, a
veces pienso que si todo fueran como esos profesores sería genial. Pero no se
puede tener todo fácil en esta vida. Por cierto, volviendo al reto que me
propuse en secundaria, digamos que lo cumplí a medias. Es increíble cómo
funciona el olvido cuando no ponemos en práctica el conocimiento nuevo. A veces
ese conocimiento está guardado como si fuera un archivo comprimido y solo
necesita de un estímulo para desencadenar una serie de recuerdos. Eso me ha pasado
ahora mismo. Hace media hora, no tenía nada que contar frente a una hoja en
blanco, y en este momento me pregunto ¿Porqué me acorde de ese profesor
particular? Voy tres hojas de Word y mis memorias de la escuela siguen viniendo
a mi mente de forma desordenada.
Hace
poco, en el trabajo, surgió el tema de
la vacunación por la enfermedad del polio. Y una de mis compañeras dijo: ¿qué
es eso? Y yo dije “es una enfermedad…en donde tus extremidades se deforman” –no
me acordé de nada más exacto pero tuve una idea general. Ella me respondió:
¿Ah, sí? ¿Cómo sabes eso? En mi interior dije “Wtf! ¿Estás loca mujer?” y le
respondí: “Eso se aprende en la escuela primaria” (2º grado con la profesora
María del Carmen y 3º grado con el profesor Raúl, recordé). “¿En qué curso?- me
siguió preguntando –En ciencias naturales- contesté. Estoy segura que los
colegios nacionales tuvieron la misma currícula en ese entonces, y aunque ella
negó que le hayan enseñado sobre este y otros temas relacionados, es 100%
seguro que sí le enseñaron, solo que no lo recuerda en absoluto por que no le
interesó. Y entonces me di cuenta que aquella frase que nos dijo el profesor no
se refería a que cojas una enciclopedia y trates de memorizar todo
una y otra vez todas las semanas para convertirte en un súper genio. Si
no a que encuentres el interés y
despiertes en ti las ganas de aprender, porque así los conocimientos que
recibas se guardarán en tu memoria de uno u otro modo. Lo que él nos quiso
decir en ese entonces lo había malinterpretado y yo me había metido en un reto
muy grande. Pero es imposible recordar tantas cosas al mismo tiempo. Con sus
palabras, ese profesor quiso que nosotros abriéramos nuestras mentes al
aprendizaje. Al maravilloso sentimiento de emocionarse cada vez que descubres
algo nuevo para ti, y así jamás perder el interés de seguir aprendiendo.
Muchas
personas terminan la secundaria o la universidad y luego se ponen a trabajar
por el resto de su vida sin hacer más. La magnitud de sus palabras trascendían
la escuela, él se refería a la vida. No hay nada más aburrido que una vida
monótona, pero cuando te empeñas en seguir aprendiendo, la vida en sí misma se
hace más llevadera. Quiero conocer acerca de todo, aunque no pueda recordarlo
exactamente más adelante. Descubrir algo nuevo cada día se ha vuelto mi nuevo
objetivo. Déjeme decirle profesor que sus palabras han logrado su objetivo. He
decidido no vivir aletargadamente en este mundo hasta el fin de mis días, sino, explorarlo en cuanto mis
capacidades me permitan hasta mi último día en este mundo.
¡Reto
aceptado!...Así termina este post cuasi-filosófico. See you next!
No hay comentarios:
Publicar un comentario